El exgobernador del Banco de Japón (BoJ), Haruhiko Kuroda, presentó un documento de investigación el miércoles, prediciendo más subidas de tasas de interés en los próximos años.
Se proyecta que la economía de Japón crezca más del 1% anual, apoyada por el aumento de los salarios reales y el gasto del consumidor.
El enfoque gradual del BoJ hacia las subidas de tasas refleja el ciclo positivo de salarios-inflación que mantiene la inflación estable en el objetivo del 2%.
Es poco probable que los mayores costes de financiación impacten significativamente a las empresas o los hogares debido a las reservas de efectivo corporativo y los ahorros de los hogares. Sin embargo, el gobierno podría enfrentar desafíos para financiar la gran deuda pública de Japón, que ha crecido a 1.100 billones ¥ (6,96 billones $).
Un retorno a los rendimientos de los bonos del 2,7% (vistos en 2000) podría aumentar los pagos de intereses anuales a 30 billones ¥, subrayando la necesidad de una reforma fiscal.
El Banco de Japón (BoJ) es el banco central japonés, que fija la política monetaria del país. Su mandato es emitir billetes y llevar a cabo el control monetario y de divisas para garantizar la estabilidad de los precios, lo que significa un objetivo de inflación en torno al 2%.
El Banco de Japón se ha embarcado en una política monetaria ultralaxa desde 2013 con el fin de estimular la economía y alimentar la inflación en medio de un entorno de baja inflación. La política del banco se basa en el Quantitative and Qualitative Easing (QQE), o impresión de billetes para comprar activos como bonos del Estado o de empresas para proporcionar liquidez. En 2016, el banco redobló su estrategia y relajó aún más la política introduciendo primero tipos de interés negativos y controlando después directamente el rendimiento de sus bonos del Estado a 10 años.
El estímulo masivo del Banco de Japón ha provocado la depreciación del Yen frente a sus principales pares monetarios. Este proceso se ha exacerbado más recientemente debido a una creciente divergencia de políticas entre el Banco de Japón y otros bancos centrales principales, que han optado por aumentar bruscamente los tipos de interés para combatir unos niveles de inflación que llevan décadas en máximos históricos. La política del Banco de Japón de mantener los tipos bajos ha provocado un aumento del diferencial con otras divisas, arrastrando a la baja el valor del Yen.
La debilidad del Yen y el repunte de los precios mundiales de la energía han provocado un aumento de la inflación japonesa, que ha superado el objetivo del 2% fijado por el Banco de Japón. Aun así, el Banco de Japón juzga que todavía no se vislumbra la consecución sostenible y estable del objetivo del 2%, por lo que parece improbable un cambio brusco de la política monetaria actual.