El Índice del Dólar estadounidense (DXY) continuó cayendo en la sesión del viernes, acercándose a la zona de 100 después de establecer un nuevo mínimo de tres años más temprano en el día. La tendencia a la baja refleja un deterioro general en la confianza de los inversores, ya que nuevos datos y comentarios de los bancos centrales pintan un panorama sombrío para la economía de Estados Unidos (EE.UU.). El índice de sentimiento de la Universidad de Michigan se desplomó en abril, mientras que el Índice de Precios de Producción estuvo por debajo de las previsiones, aumentando las preocupaciones de desinflación en el mercado. Varios funcionarios de la Reserva Federal (Fed) señalaron las crecientes expectativas de inflación como un riesgo, incluso cuando los datos económicos a corto plazo sugieren una demanda en desaceleración.
Técnicamente, el impulso sigue siendo fuertemente bajista a medida que el DXY extiende su retroceso.
El tono bajista sigue siendo dominante para el Índice del Dólar estadounidense, que está cotizando alrededor de la zona de 100, cerca del mínimo de la sesión. El Indicador de Convergencia/Divergencia de Medias Móviles (MACD) continúa emitiendo una señal de venta, mientras que el Índice de Fuerza Relativa (RSI) se sitúa en 29.37, reflejando un impulso débil pero no sobrevendido. El impulso (10) marca -3.303, confirmando un riesgo continuo a la baja. Todas las medias móviles principales—incluyendo la media móvil simple (SMA) de 20 días en 103.52, la de 100 días en 106.48, y la de 200 días en 104.79—señalan presión de venta. Se espera resistencia en 102.29, 102.72 y 102.89, sin soporte significativo identificado por debajo del rango actual. El trasfondo técnico sugiere que la caída del DXY puede no haber terminado aún.
En términos generales, "trade war" es una guerra comercial, un conflicto económico entre dos o más países debido al extremo proteccionismo de una de las partes. Implica la creación de barreras comerciales, como aranceles, que resultan en contrabarreras, aumentando los costos de importación y, por ende, el coste de la vida.
Un conflicto económico entre Estados Unidos (EE.UU.) y China comenzó a principios de 2018, cuando el presidente Donald Trump estableció barreras comerciales contra China, alegando prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual por parte del gigante asiático. China tomó medidas de represalia, imponiendo aranceles a múltiples productos estadounidenses, como automóviles y soja. Las tensiones escalaron hasta que los dos países firmaron el acuerdo comercial Fase Uno entre EE.UU. y China en enero de 2020. El acuerdo requería reformas estructurales y otros cambios en el régimen económico y comercial de China y pretendía restaurar la estabilidad y la confianza entre las dos naciones. La pandemia de Coronavirus desvió la atención del conflicto. Sin embargo, vale la pena mencionar que el presidente Joe Biden, quien asumió el cargo después de Trump, mantuvo los aranceles y hasta añadió algunos gravámenes adicionales.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca como el 47º presidente de EE.UU. ha desatado una nueva ola de tensiones entre los dos países. Durante la campaña electoral de 2024, Trump se comprometió a imponer aranceles del 60% a China una vez que regresara al cargo, lo que hizo el 20 de enero de 2025. Se espera que la guerra comercial entre EE.UU. y China se reanude donde se dejó, con políticas de represalia que afectan el panorama económico global en medio de interrupciones en las cadenas de suministro globales, lo que resulta en una reducción del gasto, particularmente en inversión, y alimentando directamente la inflación del índice de precios al consumidor.