dent presidente Joe Biden acaba de lanzar una bomba de sanciones contra Rusia; uno tan herméticamente cerrado que está construido para sobrevivir al reinado de Donald Trump. Especialmente porque el presidente dent parece decidido a arreglar su amistad con el presidente ruso dent Putin.
Ahora Biden ha lanzado un paquete masivo dirigido a más de 250 entidades, apuntando directamente a la ya golpeada economía de Rusia, su columna vertebral militar-industrial y una red furtiva de evasión de sanciones que involucra a China.
El Tesoro lo llama “nuevas restricciones”. Los expertos en sanciones lo llaman “a prueba de Trump”. De cualquier manera, es un regalo de despedida de Biden diseñado para hacer que revertir estas sanciones sea una pesadilla burocrática para Trump, o para cualquier otra persona, de hecho.
Las sanciones afectaron a casi 100 entidades rusas que ya estaban sometidas a restricciones anteriores. El Tesoro dice que esta nueva capa tiene como objetivo apretar el lazo, creando riesgos para cualquiera que sea lo suficientemente audaz (o tonto) como para hacer negocios con estos actores sancionados.
Los principales objetivos son las empresas energéticas rusas, las instituciones financieras y algunos actores chinos que facilitan canales de pago ilegales. Y para aquellos que se preguntan, sí, el Congreso ahora tiene que involucrarse antes de que se pueda deshacer algo de esto. Los demócratas están resultando ser unos perdedores realmente acérrimos.
Los bancos rusos, ya paralizados por las sanciones, acaban de apretar aún más las tuercas. La lista del Tesoro incluye instituciones financieras profundamente arraigadas en la economía de Moscú, lo que hace que sus operaciones sean aún más riesgosas para cualquiera que todavía esté dispuesto a trabajar con ellas.
Las empresas del sector energético de Rusia, una parte clave de su PIB, también se vieron afectadas nuevamente, lo que aumentó sus dolores de cabeza a la hora de navegar en los mercados internacionales. China no escapó a esta represión. Estados Unidos se centró en un plan de pagos transfronterizos entre actores rusos y chinos que facilitaba las transacciones de bienes restringidos.
Participaron cámaras de compensación regionales en ambos países, lo que convirtió esto en un dolor de cabeza transnacional. Varios bancos rusos desempeñaron un papel protagonista en el plan, que según el Tesoro permitió el comercio de artículos sensibles.
Luego está el Keremet Bank, con sede en Kirguistán, un actor relativamente pequeño acusado de ayudar a funcionarios rusos a eludir sanciones. Estados Unidos lo calificó de facilitador de actividades financieras ilícitas vinculadas a un banco designado por Rusia. ¿El mensaje? Ni siquiera los actores menores serán pasados por alto en este régimen de sanciones.
La administración Biden también volvió su mirada hacia Ucrania, imponiendo sanciones a la central nuclear de Zaporizhzhia. Capturada por las fuerzas rusas en 2022, sigue siendo la instalación nuclear más grande de Europa.
Si bien las sanciones no perturbarán las operaciones de la planta, sirven como una advertencia clara sobre la ocupación y el control de Moscú. Como era de esperar, los funcionarios rusos hicieron caso omiso de la medida, alegando que no afectaría a la planta.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) intervino y dijo que las sanciones podrían eventualmente perturbar las cadenas de suministro de petróleo rusas, aunque el mercado global podría no sentir el impacto de inmediato.
Las exportaciones de petróleo de Rusia, que apuntalan su economía, ya se han visto afectadas desde la invasión de Ucrania en 2022, y estas nuevas restricciones podrían apretar aún más las tuercas.
Los precios del crudo Brent de referencia mundial han respondido. El lunes, el petróleo se cotizaba a 81 dólares el barril, un 8% más desde principios de 2025. Sin embargo, la AIE se mantiene cautelosa y revisa predicciones anteriores sobre caídas catastróficas en el suministro ruso.
En 2022 estimaron una pérdida de 3 millones de barriles diarios, pero la realidad se quedó corta. Esta vez, van a lo seguro, esperando a ver cómo se adapta Rusia.
Mientras tanto, la economía de Moscú está sufriendo un golpe tras otro. La inflación en Rusia alcanzó oficialmente el 9,5% en 2024, pero muchos ciudadanos afirman que la cifra real se acerca al 20%. Los precios de los productos básicos se han disparado. Los precios de los alimentos, en particular, han aumentado hasta un 90%, dejando a los rusos comunes y corrientes luchando para llegar a fin de mes.
No es sólo inflación. El gobierno está invirtiendo dinero en gastos militares, dejando a los sectores civiles en el polvo. Casi el 40% del presupuesto de Rusia para 2025 (la friolera de 41,47 billones de rublos) se destinará directamente a defensa.
Al mismo tiempo, Moscú enfrenta un déficit de financiación de 142.000 millones de dólares para sus esfuerzos bélicos. ¿Cómo piensan cubrirlo? Pedir prestado y, muy probablemente, imprimir dinero, lo que podría empeorar aún más el problema de la inflación.
La economía rusa, que ya cojeaba, ahora se encuentra en un terreno aún más inestable. La inflación alcanzó el 9,5% en 2024, y estimaciones no oficiales acercan esa cifra al 20%. Todos los días, los rusos sienten la presión.
Las facturas de comestibles se han disparado y los precios de algunos alimentos se han disparado hasta en un 90%. La frustración pública se está desbordando a medida que los salarios permanecen estancados y los costos se salen de control.
Mientras tanto, el Kremlin está invirtiendo dinero en su maquinaria de guerra. Se prevé que el gasto militar represente el 40% del presupuesto federal de 2025, que asciende a un total récord de 41,47 billones de rublos, aproximadamente 400.000 millones de dólares. Eso deja poco para los civiles.
Los programas sociales no cuentan con fondos suficientes y los salarios del sector público no pueden seguir el ritmo de la inflación. El gobierno ruso también se enfrenta este año a un asombroso déficit de financiación de 142.000 millones de dólares para su esfuerzo bélico en Ucrania.
Los analistas dicen que Moscú probablemente recurrirá a pedir prestado o imprimir más dinero, lo que podría desencadenar otra ola de inflación. Este círculo vicioso está afectando duramente a las empresas. Los altos tipos de interés, actualmente del 21%, están obligando a muchas empresas a la quiebra.
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