El sudeste asiático se está convirtiendo en la columna vertebral de la industria tecnológica mundial a medida que las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China obligan a las empresas a repensar sus operaciones.
De 2020 a 2023, más de 100 mil millones de dólares en inversión extranjera directa llegaron a Vietnam y Malasia, y hay aún más en camino. Esta inyección cash se ha destinado a la construcción de nuevos centros de desarrollo de IA, fábricas de semiconductores y cadenas de suministro que evitan a China.
El cambio ha desencadenado la creación de empleo y el aumento de los ingresos en estos países, aunque los beneficios son desiguales. Los precios de las propiedades se están disparando, las redes eléctricas están bajo presión y muchos empleos bien remunerados van a parar a expertos extranjeros. Los efectos económicos son imposibles de ignorar.
“Las tensiones entre Estados Unidos y China bajo Trump 1.0 aumentaron los incentivos para que las multinacionales tuvieran una estrategia China+1”, dijo Ong Kian Ming, ex viceministro de Comercio e Inversión de Malasia.
La estrategia “China+1” impulsó a las empresas a expandirse fuera de China para mitigar los riesgos. Y el sudeste asiático, con su mano de obra asequible y sus gobiernos proempresariales, se convirtió en un imán para la inversión en tecnología.
La provincia vietnamita de Bac Ninh, cerca de Hanoi, se ha transformado en un centro de fabricación de alta tecnología. Hace apenas una década, era una zona tranquila cerca de la frontera con China. Ahora alberga fábricas de Foxconn y GoerTek, proveedores clave de Apple, Microsoft y Sony. Estas empresas han invertido más de 20 mil millones de dólares en Bac Ninh para producir de todo, desde AirPods hasta placas de circuito.
Se espera que las nuevas instalaciones de GoerTek de 127 acres creen 50.000 puestos de trabajo. Los anuncios para estos puestos, desde puestos de nivel inicial hasta ingenieros superiores, están pegados en sitios web locales. Sin embargo, muchos de los empleos mejor remunerados se destinan a expatriados chinos.
¿El problema? La mayoría de los lugareños carecen de las calificaciones. Muchos trabajadores sólo tienen diplomas de escuela secundaria o formación profesional básica, mientras que los trabajos de ingeniería de chips requieren al menos una licenciatura. Para abordar esto, Vietnam se ha fijado el objetivo de formar a 50.000 ingenieros de chips para 2030.
Los gobiernos locales están ofreciendo incentivos de vivienda y atención médica para trac instructores y dent a estos programas de capacitación.
La escasez de energía es otro obstáculo. En 2022, las interrupciones costarán a los fabricantes cientos de millones de dólares. El gobierno ahora está impulsando soluciones de energía renovable, incluidos paneles solares en los tejados y proyectos de conversión de residuos en energía. Las plantas de carbón todavía representan gran parte del suministro de energía, pero el país está luchando por diversificar sus fuentes de energía para satisfacer la demanda.
Malasia no es un novato en el juego de los semiconductores. El país representa el 13% de la capacidad mundial de prueba y envasado de chips. Penang, un estado costero, procesa más de la mitad de las exportaciones de chips de Malasia. Entre 2019 y 2023, Penang trac 44.000 millones de dólares en inversión extranjera, casi triplicando su entrada respecto de la última década.
Intel está a punto de completar su primera instalación avanzada de empaquetado de chips 3D fuera de Estados Unidos, una inversión de 7 mil millones de dólares. Lam Research está construyendo un campus de 800.000 pies cuadrados que se convertirá en el más grande a nivel mundial. Western Digital y Micron Technology también han establecido operaciones en los parques industriales de Penang.
El auge industrial se extiende a Batu Kawan, una zona cercana que solía estar cubierta de plantaciones de caucho. Ahora alberga fábricas en expansión, centros comerciales y la única tienda IKEA de la región. Los mercados inmobiliarios dent están creciendo junto con este crecimiento industrial.
Sin embargo, Malasia enfrenta los mismos problemas laborales que Vietnam. El gobierno planea capacitar a 60.000 ingenieros en los próximos años para satisfacer la creciente demanda de mano de obra calificada. El suministro de energía también es una preocupación.
Malasia tiene algunas de las tarifas eléctricas más bajas del sudeste asiático, lo que trac a industrias que consumen mucha energía, como la inteligencia artificial y la fabricación de chips. Para satisfacer la creciente demanda de energía, las plantaciones de palma aceitera se están convirtiendo en granjas solares a gran escala.
Kedah, un estado cercano a Penang, también se está convirtiendo en un actor importante en la escena tecnológica. En 2023, Infineon Technologies abrió una planta de chips de carburo de silicio de 7.800 millones de dólares en Kedah. Estos chips son esenciales para los vehículos eléctricos y los sistemas de energía renovable, lo que solidifica aún más el lugar de Malasia en la cadena de suministro mundial de semiconductores.
Los analistas advierten que las políticas de Trump podrían llevar a una cadena de suministro global fragmentada, con redes separadas que atiendan a los mercados favorables a Estados Unidos y a China.
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