La economía rusa está recibiendo golpes que no puede esquivar, con el rublo cayendo en picada a su punto más bajo en más de dos años.
El miércoles, la moneda se desplomó a 114 frente al dólar estadounidense, niveles no vistos desde los primeros días de la invasión de Ucrania por parte de Moscú. En una medida desesperada, el Banco Central de Rusia (BCR) intervino, deteniendo todas las compras de divisas durante el resto de 2024.
Se trataba de presionar un botón de pánico en toda regla, y el jueves por la mañana el rublo subía lentamente a 110. El dent Vladimir Putin, tranquilo como siempre, desestimó la crisis y dijo que “no había necesidad de entrar en pánico”. Culpó de la caída del rublo a factores estacionales, pagos presupuestarios y fluctuaciones de los precios del petróleo.
"En mi opinión, la situación está bajo control y no hay ningún motivo para entrar en pánico", afirmó. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, comparte el sentimiento e insiste en que el colapso del rublo no afectaría a los rusos comunes y corrientes, ya que sus salarios se pagan en rublos.
Los expertos no se creen la confianza del Kremlin. Unrublo más débil equivale a una inflación más alta, lo que obligará al banco central a aumentar aún más las tasas de interés, lo que asfixiará a la ya tambaleante economía de Rusia. Es Economía 101.
El banco central ya se está ahogando en este desastre. Las tasas de interés están en un brutal 21%, pero la inflación no sigue el juego. En octubre se registró una tasa de inflación anual del 8,5% y los precios de los alimentos se dispararon fuera de control. La mantequilla, las patatas y otros productos básicos ahora tienen precios asombrosos.
El gobierno está señalando las sanciones de Estados Unidos y sus aliados, acusando a “países hostiles” de arruinar la economía rusa. Pero las sanciones son sólo una pieza del rompecabezas.
Las nuevas sanciones estadounidenses contra Gazprombank, el tercer banco más grande del Kremlin, están echando gasolina al fuego. Estas medidas excluyen a Gazprombank de cualquier transacción relacionada con la energía que involucre al sistema financiero estadounidense.
La economía rusa es una máquina de guerra que funciona con humo. El Kremlin ha estado canalizando recursos hacia gastos de defensa y producción de armas, produciendo tanques y artillería a expensas de bienes de consumo.
A pesar de esto, Putin niega la obvia compensación. Rechaza la idea de que Rusia esté cambiando “mantequilla por armas”, pero las cifras cuentan una historia diferente.
El crecimiento de los salarios no puede seguir el ritmo y los costos de producción están por las nubes. Aún así, el Kremlin se aferra a su propaganda, culpando a factores externos en lugar de admitir el caos interno.
Sorprendentemente, la economía rusa logró crecer este año. El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó su pronóstico, proyectando un aumento del PIB del 3,6%, en gran parte debido a las exportaciones de petróleo y gas. Un puñado de naciones siguen comprando energía rusa, evitando que las arcas del Kremlin se agoten por completo.
Pero este crecimiento a corto plazo es un espejismo. El FMI advierte que el crecimiento del PIB se desplomará al 1,3% en 2025, citando la desaceleración del consumo privado y la reducción de la inversión. En términos simples: la máquina de guerra no puede funcionar eternamente sin vaciar el tanque.
Maxim Reshetnikov, ministro de Desarrollo Económico de Rusia, también desestimó las preocupaciones y afirmó que la caída de la moneda se debe a la fortaleza global del dólar y a las reacciones “emocionales” a las sanciones. Aseguró a los periodistas que la balanza comercial de Rusia sigue siendo tron , a pesar del caos.
Pero las grietas son imposibles de ignorar. La escasez de mano de obra, el elevado gasto en defensa y los problemas en la cadena de suministro están asfixiando la economía. La inflación está exprimiendo a los rusos comunes y corrientes y los precios en el mercado negro se están disparando. La volatilidad del rublo puede estabilizarse temporalmente, pero los problemas subyacentes no van a ninguna parte.
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