TradingKey - En medio de las repetidas sacudidas del mercado causadas por las políticas arancelarias del presidente estadounidense Donald Trump, los observadores están empezando a reconocer que estos aranceles pueden no ser meras tácticas de negociación, como se supone ampliamente, sino un fin en sí mismos.
Desde que asumió el cargo, Trump ha perseguido agresivamente su agenda arancelaria, imponiendo aranceles a China, Canadá, México y otras naciones, con planes de promulgar aranceles recíprocos para el 2 de abril.
Trump ha calificado repetidamente los aranceles de «panacea», una herramienta universal para reactivar la fabricación estadounidense, crear empleo y reequilibrar el comercio. Aunque en un principio los economistas consideraron que los aranceles eran una palanca para conseguir acuerdos comerciales favorables, The New York Times informó el 17 de marzo de que las últimas medidas arancelarias de Trump parecen ser el objetivo final, dejando poco margen para el compromiso.
El informe subraya que la conmoción del segundo mandato de Trump radica en su arraigada creencia en una narrativa de décadas según la cual los países extranjeros están estafando a Estados Unidos. Cuando dice que arancel es la palabra más bonita del diccionario, lo dice en serio.
Las esperanzas de exenciones para industrias o países específicos se han desvanecido, con informes recientes que confirman la negativa de Trump a excluir a cualquier nación de los aranceles sobre el acero y el aluminio.
En particular, a diferencia de su primer mandato -marcado por disensiones internas sobre los aranceles-, el equipo actual de Trump muestra poca resistencia pública a su agenda proteccionista.